En el artículo siguiente
Baumol, William J. "Smith vs. Marx on Business Morality and the Social Interest," American Economist; 20(2), Fall 1976, pages 1-6.
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el profe Bill Baumol nos aclara un punto interesante. Se suele interpretar mal el planteamiento de Adam Smith en La riqueza de las naciones sobre el rol del capitalismo y de los capitalistas. Smith no hace precisamente un manifiesto en contra de cualquier intervención gubernamental en la economía, ni se dedica a encomiar a los capitalistas. En realidad,
Smith sostiene que no hay nada que menos creíble que las buenas intenciones de los empresarios, a quienes les importa un bledo el interés público. La gran virtud del mecanismo de mercado, cuando no hay restricciones monopolistas o una intervención gubernamental
apropiada, es que no sólo limita el interés egoísta, sino que obtiene mucho más al transformar la búsqueda del interés individual en un instrumento para conseguir el bienestar general. Ignorar el interés de los otros es crucial; sin esto, es decir si se reemplaza el interés egoísta, se obtendría un bienestar social menor.
Marx, en cambio, sostenía que los empresarios no eran inherentemente buenos ni malos, sino el producto inevitable de circunstancias históricas, que los hace desarrollar el progreso técnico, como los explotadores transitorios de los trabajadores.
La paradoja señalada por Baumol está en que
el padre del sistema de capitalista cuestiona abiertamente la ética de los capitalistas, mientras que el padre de los enemigos del capitalismo no cuestiona la moralidad de los capitalistas.
Lo pongo con otras palabras. Smith despreciaba a los empresarios en lo personal (posiblemente los conocía muy bien), pero consideraba que tenían un importante rol social que cumplir. Marx volteó la tortilla. No tenía nada personal con los empresarios, pero éstos como clase social ya habían agotado su rol innovador y eran socialmente inútiles. Marx podría decirles a los capitalistas que no había nada personal con ellos.
Sin embargo, tocaría actualizar este esquema. Al fin y al cabo, la posición de Marx es la misma que la de
il consigliere Tom Hagen cuando le decía a Michael Corleone:
"You shouldn't let that broken jaw influence you," Hagen said. "McCluskey is a stupid man and it was business, not personal."
For the second time he saw Michael Corleone's face freeze into a mask that resembled uncannily the Don's. "Tom, don't let anybody kid you. It's all personal, every bit of business. Every piece of of shit every man has to eat every day of his life is personal. They call it business. OK. But it's personal as hell. You know where I learned that from? The Don. My old man. The Godfather. If a bolt of lightning hit a friend of his the old man would take it personal. He took my going into the Marines personal. That's what makes him great. The Great Don. He takes everything personal. Like God. (...)."
The Godfather. Mario Puzo.
Todo es personal. No se pueden separar los negocios de lo personal. No hay la separación en la que coinciden Smith y Marx. Es, en toda regla, una triada dialéctica:
1. Tesis: Smith.
2. Antítesis: Marx.
3. Síntesis: Don Corleone
Y no es que Don Corleone se pronunciara sobre los capitalistas, que no le importaban en lo más mínimo (De hecho, en El Padrino 3 Al Pacino busca salir de la informalidad y regularizarse como miembro de la clase capitalista.). El tema es que no hacía la separación de aspectos. Posiblemente sea que en dos siglos de capitalismo, los conflictos se han hecho totales y no se rescate ningún aspecto positivo de una persona.
Lo personal y los negocios en Smith, Marx y Don Corleone:
Smith condenaba a los capitalistas en lo personal.
Marx condenaba a los capitalistas como clase.
Don Corleone no separaba lo personal de los negocios. Todo lo tomaba como algo personal.
Imágenes tomadas de aquí, aquí y aquí.