El debate de Virginia Tech
La matanza de Virgina Tech ha reavivado el debate sobre el control de armas. En primer lugar, es claro que si Cho Seung-Hui no hubiera podido comprar su par de pistolas, no habría podido cometer la masacre. Hay que recordar que Cho Seung-Hui las adquirió legalmente, lo que sin duda pone en cuestión el funcionamiento de la ley. También parece evidente que la posesión
La posesión de armas en Estados Unidos es un derecho constitucional. Su finalidad es proteger al individuo de un posible Estado opresor. La doctrina es que los hombres y mujeres libres portan armas, mientras que los oprimidos carecen de ellas. Esta razón es muy similar a la doctrina de la separación entre la iglesia y el Estado. Su finalidad original no era proteger al Estado de la influencia de la religión, sino al revés: evitar que las iglesias sean intervenidas y reguladas.
Los partidarios
Los partidarios
En este debate, surge una paranoia absurda. Los partidarios de las armas, conservadores en su mayoría, sostienen en algunos casos que hay una conspiración nazi-comunista en favor
Lo que debe tomarse en cuenta, creo yo, es que no hay un estándar nacional para la licencia de armas. Cada estado es independiente al respecto y allí parece estar el problema. Mientras que
Hay quienes presionan por menores regulaciones. La millonaria industria de las armas es un lobby muy importante en la defensa de este derecho ciudadano pero es obvia su motivación. La solución parece estar no tanto en la total prohibición (imposible, siendo el caso que es algo que no exsite en los países con una democracia consolidada) sino en una regulación más exigente. Si te toman una prueba sicológica para conducir, ¿por qué no se hace lo mismo para una licencia de armas? Los estados tendrían aquí que ceder sus poderes (algo que a los conservadores no les gusta) y permitir que se imponga un estándar nacional que permita, por un lado, una mejor administración de este derecho y, por otro, que mantenga una mejor alerta sobre el uso de estos peligrosos objetos que en manos irresponsables pueden ser extremadamente letales. Convertir a Estados Unidos en un “far west” sería una locura, pero tampoco hay manera de establecer una absoluta prohibición.
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